Esta mañana
abordamos la temática del abuso sexual infantil con Gabriela Dueñas*, una cuestión de difícil tratamiento desde los
medios, si se tiene en cuenta a los niños y niñas como sujetos de derecho y a
las familias afectadas que necesitan de contención e intimidad en el
tratamiento de cuestiones tan delicadas.
Es por eso
que denominamos a esta entrevista con el título de Abuso sexual infantil: L@s niñ@s no mienten.
Las denuncias de abuso sexual
infantil no siempre tienen pruebas físicas. Pero sí la voz de chicos y chicas
que relatan su historia y que en la Argentina empezaron a escucharse a partir
de 1983, con el regreso de la democracia. Sin embargo, los agresores no sienten
un “mea culpa” ni se entregan mansamente
a la justicia. Su mejor defensa es silenciar la voz de niños, niñas y
adolescentes que revelan ser ultrajados después de largos períodos de
sufrimiento físico y psíquico.
Un tema que requiere de formación,
más que de capacitación, por parte de
profesionales de la salud mental, los docentes, jueces y abogados con los que Gabriela
y equipos especializados vienen trabajando a lo largo y ancho del país.
Hay conductas indicadoras de
abuso en niños y niñas que deben ser miradas y consultadas a otros adultos, por
ejemplo en situaciones escolares en donde reiteran ciertos comportamientos,
compartirlo con el personal de conducción, con los mismos colegas y con
especialistas que puedan entender qué nos está diciendo un niño/a.
Estas situaciones resultan tan
angustiantes para los adultos, que como mecanismo defensivo manejan otro tipo
de hipótesis en relación a las posibles causas de sus conductas y les cuesta reconocer
la posibilidad del abuso sexual como posible origen de las mismas.
Está comprobado que la mayor
parte de los abusos sexuales en la infancia se dan entre los adultos “cuidadores”,
del propio seno familiar. Eso genera en l@s niñ@s grandes contradicciones ya
que son sus propios padres, madres, lo que supone un doble ultraje, el que debe
cuidar lo ultraja. Eso genera un sentimiento de ambivalencia en un conflicto de
lealtad, de amor y de temor frente a quienes deben amarlo y cuidarlo.
Hay síntomas reiterados llamativos a tener en cuenta: problemas de enuresis,
pesadillas, problemas de aprendizaje, porque
va inhibiendo su pensamiento a tal punto que empieza a manifestar retracciones significativas
en sus aprendizajes. Son señales de alarma a tener en cuenta, aunque no sólo
pueden ser originadas por abuso.
No se puede pensar automáticamente
que son síntomas neurológicos, sino que es necesario indagar colectivamente, y
llamar a organismos que asesoran qué es lo que se debe hacer, antes de
consultar a las familias, ya que podría ser contraproducente si el abusador-a
está en su propio núcleo familiar.
En estos días hemos escuchado y leído en
palabras de Eva Giberti, coordinadora
del Programa Las Víctimas contra las Violencias del Ministerio de Justicia y Derechos
Humanos de la Nación que más de la mitad
de denuncias de abuso sexual infantil NO se investiga o.quedan en la nada porque la persona
denunciante no continúa el trámite ante la justicia por temores, complicaciones
o desconocimiento.
Las víctimas contra las violencias,
niños y niñas de la Ciudad de Buenos Aires cuyos familiares han recurrido a las
comisarías para denunciar el abuso: una madre, una tía o una vecina,llegan con
la víctima de la mano y, en
oportunidades SOLO piden la intervención policial.
La policía inmediatamente se
comunica con el Equipo que se ocupa de Delitos contra la Integridad Sexual y que
depende del Programa las Víctimas contra las Violencias del Ministerio de
Justicia y Derechos Humanos porque desde el 2006 tiene obligación de convocarlos.
El Equipo se hace presente,
dialoga con el niño o la niña, escucha al adulto, y automáticamente se
convierte en el testigo que habrá de reproducir su diálogo con el niño o la
niña en calidad testimonial ante el juez que es la primera persona técnica que
toma contacto con la víctima. El juez atiende este testimonio fundamental para la continuidad de la
investigación.
El tema del abuso no depende de
las clases sociales, sobre todo en los sectores medios y altos de la sociedad ,
donde se barajan hipótesis de todo tipo, pero no se puede reconocer la
posibilidad de abuso, por cuetiones impensadas, ideológicas o porque se ESO no
se habla.
También Gabriela destacó otro
tipo de abuso “sutil”, cuando hay una erotización de los niños, ya sea cuando
se lo bañando a los 8 o 9 años, se lo toquetea, se lo besuquea, o se va a
dormir en la misma cama, donde el niño no es identificado como sujeto de
derecho sino de la propia satisfacción.
En 2006 se denunció la persecución a psicólogas
que tenían que contratar seguros por la cantidad de juicios contra su
patrimonio por parte de poderosos y adinerados acusados. O sea, de la desmentida de
la palabra de los niños se pasó a la desmentida de la palabra de quienes
trabajan en función de su protección, para paralizar y dejar impotentes a
quienes deberían seguir siendo los portavoces de la auténtica palabra de los
niños.
Frente a una mayor visibilización
y denuncias de abuso sexual existe una
corriente de retroceso para dejar impunes a los agresores, revincular a las niñas
o niños con sus victimarios (en muchos casos sus progenitores), perseguir a
psicólogas comprometidas, desalentar la intervención de otras profesionales en
la defensa de niñ@s abusad@s y hostigar en redes sociales a víctimas, madres
protectoras, profesionales de la salud, organizaciones contra la violencia y
periodistas que visibilizan el abuso sexual.
Contribuir
a que el grito callado se oiga, las víctimas no sean las culpables y el silencio
cómplice se rompa, es parte de nuestra responsabilidad como adultos y tener en
cuenta que los que “olvidaron”, cualquier día de cualquier año, debido a un
estímulo inesperado, sienten que ALGO del pasado les devuelve las vivencias de
aquella criatura y recuerdan entre nubosidades borroneadas pero presentes
aquellas horas de asco y de terror.
Una charla imperdible, para
reflexionar y seguir debatiendo y conociendo.
En esta emisión Adriana Bekerman habló de la importancia
de la seguridad en el traslado de los niños cuando viajan en auto, la
responsabilidad que les cabe a los adultos al sentarlos en el asiento de atrás
y colocarles el cinturón de seguridad.
Otra forma de cuidar su
integridad física y mental, partiendo de la base que los accidentes de tránsito
son prevenibles y que las principales víctimas son siempre los niños y niñas.
También escuchamos los testimonios
de padres y docentes de UTE sobre el tema de las vacantes en escuelas públicas
de la Caba, que sigue sin resolverse, quedando afuera cientos de chicos fuera de
las instituciones educativas. Y de los educadores del Plan Fines, que reclaman
salarios atrasados.
* Dra. en Psicología.
Lic. en Educación y Psicopedagoga.
Docente universitaria, de grado y posgrado .USAL y Universidad Nacional de Rosario. Supervisora clínica del Gabinete
Central (EOE) y del CENTES 1, Autora entre otros de "Niños en
peligro. La Escuela no es un hospital" y miembro del Comité de Referato de
la Revista Generaciones de la UBA-
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