sábado, 11 de septiembre de 2010

DIA DEL MAESTRO 2010

En medio de la vorágine de los tiempos que corren, los chicos y jóvenes, son un blanco codiciado. Se les quieren crear necesidades impostergables, se les quiere vender todo y mantenerlos en un estado de dependencia permanente.

Y como para los chicos de la posibilidad remota a la consumación del premio no hay distancia, resultan un buen anzuelo. En medio de tanta promesa generosa, mágicamente tentadora, los chicos llegan a la escuela.

Y allí… veremos qué pasa! Porque más allá de la crisis educativa, en la escuela la situación es otra. Lo que parecía tan fácil, resulta ser difícil.Allí importa lo que se aprende. Y se aprende cuando se comprende, cuando se reflexiona y se experimenta, y se experimenta cuando se duda, y se duda cuando hay preguntas, y hay preguntas cuando se intercambia con otros.

Desde hace años, en la escuela se alienta el respeto y registro del otro, el compromiso, la cultura del esfuerzo y el amor a la paz. Allí no corren los flashes, el toco y me voy. Porque se enseña que aprender es darse tiempo. Y en ese tiempo, la duda y el error permiten nuevas aproximaciones al conocimiento.

Si afuera quieren hacernos creer que importa más… parecer que ser, el éxito más que el prestigio, repetir cliches más que expresarse, la uniformidad más que las enriquecedoras diferencias, los juguetes más que el juego….entonces es necesario que la escuela continúe siendo un espacio de protección al menor.

Un espacio donde se fortalezcan y construyan los valores alternativos DESAPARECIDOS en la mayoría de los medios. Donde importe verdaderamente el sujeto, nuestro potencial más digno: la capacidad de trabajo creativo, las actitudes solidarias, la reflexión crítica, los proyectos grupales, el respeto y la libertad.Esto requiere en los hechos de los docentes un paciente trabajo de concientización.

¿Deberán ser ellos los restauradores de la ética? ¿Eso también? No. Al menos, no solos.

El justo reclamo por una educación de calidad, con edificios en condiciones y salarios dignos,en fin, mayor presupuesto educativo constituye una tarea ética que nos toca como docentes, pero a la que se han sumado sobre todo, en este último período, los estudiantes, las familias, en fin la tan bien llamada comunidad educativa, que reclama en cada escuela, un derecho inalienable que figura en nuestra Constitución desde 1853 y que hoy es un desafío ineludible en la Argentina del Bicentenario.

No es fácil pensar con qué recursos va a atraer la escuela que no da premios a los participantes, donde no basta con la tecnología de avanzada, con sus pantallas digitales y netbooks, donde nadie dice “Mi vida cómo te quiero”, ni arma tribunas espectaculares, o asegura que todo el mundo está feliz.

Lejos de las luces del espectáculo, los ruidos estridentes, y la vergonzante ostentación a sabiendas de que son miles los que no acceden a las mínimas condiciones dignas de vida, se pueden proponer otros climas, al menos compensatorios.

Valorar el silencio, mostrar que las emociones fuertes también las puede provocar un texto, una experiencia artística, un descubrimiento de laboratorio, o una larga caminata aunque no termine en excepcionales viajes gourmet a la India.

Allí, dentro del aula, está la oportunidad de desplegar iniciativas y creatividad, de investigar y hasta de disfrutar. Cada docente tiene una zona propia que puede resguardar y alimentar.Y si lo hace, ¿Quién les quita lo bailado?....

No sabemos como será el futuro, ni siquiera estamos seguros de los resultados de nuestros esfuerzos por delinearlo de algún modo particular, pero no podemos dejar de apostar a él, aunque nos resulte obstinadamente esquivo, ajeno, utópico.

Lic. Elena Liniado

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