“El 2 de abril de 1982 fue una fecha que no he de olvidar
nunca. Sin duda esta fecha marcó significativamente a todo el país. Pero para
10.000 familias argentinas la situación adquirió un sentido diferente: nuestros
hijos eran conscriptos e iban a ir a la guerra.
Es indudable que la óptica frente al conflicto varía aquí
fundamentalmente. El nivel de compromiso es mayor y no es fácil que quienes
estábamos en esa posición nos dejáramos arrastrar por triunfalismos. El
peligros que corrían nuestros hijos, la certeza de las noticias que provenían
de sus cartas, donde nos contaban del frío, del hambre, en fin, de la realidad,
nos ponía a cubierto de la propaganda que durante dos meses desorientó al
pueblo argentino.
Como no soy militar no entiendo de guerra, ni de tácticas o
estrategias .Como soy médico y padre, entiendo de paz, trabajo y solidaridad. Entonces
creamos este grupo de padres que durante la guerra funcionó en la ciudad de LA PLATA. Un grupo que sigue funcionando después
de la guerra. Para ayudar a los muchachos que volvieron, para ayudar a los
padres de los que no volvieron, para que en el futuro esto no vuelva a ocurrir.
Para volver a tener fe en la vida y poder transmitirla a nuestros hijos.
Nuestros hijos fueron
enviados a la lucha que no eligieron, decidida por un gobierno que no
eligieron, para la cual no estaban preparados. Había en Argentina 40.000
profesionales preparados por vocación y estudio para una guerra. No es fácil
entender por qué se envió a 10.000 muchachos de entre 18 y 20 años que carecían
de la preparación necesaria. Ciertamente, si yo tuviera que enfrentar una
epidemia y contara con 40.000 especialistas, no iba a mandar 10.000 enfermeros,
por más amor y valentía que esos enfermeros tuvieran.
Pero allá fueron y se comportaron con valor y dignidad. Durante
dos meses nos alentaron con sus cartas, nos hicieron reír con su humor que
persistió aún en los momentos más graves. Y eso nos llena de orgullo. Un
orgullo que no nace en una adhesión a la guerra ni cuestiona sus causas…
Los padres no nos quedamos quietos. Por el contrario:
formamos nuestro propio ejército. Un ejército de paz para respaldar a nuestros hijos. Y recogimos ayuda
de mucha gente amiga….Fundamentalmente…del pueblo platense.
No vimos durante este tiempo al “Señor No Te Metás”, esperábamos haber acabado con él, temo que sólo
estaba de vacaciones.
Porque ahora todo parece querer volver a la “normalidad”.”Mejor
olvidar lo que duele” es el lema básico del ”Sr.No te metás”. Igual que su primo,
el lema: “¿Yo? Argentino.”
Ellos les abrieron las puertas del cuartel el 21 de junio y
les dijeron: SALGAN MUCHACHOS, SALUDOS. Ni un homenaje, ni un acto que
les permitiera ver el tan pregonado agradecimiento popular. Ni una simple medalla
recordatoria. Sólo alguna institución privada tapa esta indiferencia culpable.
Pero los padres no queremos eso. Queremos la denuncia de lo
ocurrido, no para venganza sobre los culpables pero sí para no repetirla
historia. Saber lo que ocurrió, cómo ocurrió, por qué ocurrió. Que se difundan
verdades y se eviten los mitos.”
Prólogo del libro: “El otro frente de guerra”, escrito por
Dalmiro BUSTOS. Ramos Americana Editora, Bs As, 1982.
Este libro, editado a
poco de concluida la guerra, incluía reflexiones, cartas de soldados y
familiares, y se preguntaba qué podían hacer los padres y el pueblo argentino para ayudar a los que
regresaron de la guerra.
S.E: Con esta publicación hemos querido mostrar otra de las facetas de esta guerra insensata en el marco del Terrorismo de Estado, en la que la memoria y el dolor arden juntos.
La causa Malvinas, va mucho más allá que una cuestión militar o diplomática, es también una reflexión sobre nosotros mismos, los argentinos. Cuál fue y cuál es el verdadero significado de estas islas para nosotros y cuántos lugares geográficos del país aún carecen de la verdadera soberanía que reclamamos en los foros internacionales.
Elena Liniado.
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