Muchos historiadores consideran a Belgrano como el verdadero
propulsor de la educación, el verdadero padre de la escuela primaria argentina,
pues dio a la revolución la fórmula concreta de política educacional.
Su prédica a favor de
la difusión de la instrucción y educación pública era para él, esencial para el fomento de la industria y
riqueza. El vasto plan que Belgrano proponía en la Memoria de 1796, abarcaba la
creación de escuelas de agricultura, dibujo, arquitectura, primarias para
niñas, comercio y náutica. Sólo pudo ver realizada una mínima parte de su
programa.
Sus ideales tomaron los principios de la Ilustración
Española y se interesó por la educación de la mujer.
Consultó obras de
humanistas españoles en las que se indicaba que las muchachas, debían
aprender juntamente letras, hilar y
labrar, que son ejercicios muy honestos...
Estaba de acuerdo con la separación de sexos y promovía el estudio del catecismo en las
escuelas. No pretendía formar mujeres intelectuales, sino que tenía presente a la madre de familia,
procurando alejarla de la ignorancia y fomentando la virtud. Proponía la
creación de escuelas gratuitas para niñas, en donde se les enseñase a leer,
escribir, bordar y coser para combatir la ociosidad, hacerlas útiles en su hogar, y permitirles
ganarse la vida en forma decorosa y provechosa….Las hilanderas y tejedoras eran
oficios considerados “mujeriles” que propugnó desde las escuelas.
Propuso que los
niños aprendiesen las primeras letras, conocimientos matemáticos básicos
junto con el catecismo, para luego ser admitidos por los Maestros menestrales,
quienes les enseñarían su oficio, teniendo éstos la obligación de mandarlos a
la Escuela de dibujo.
El cuidado de las escuelas gratuitas debía confiarse
“a aquellos hombres y mujeres que, por oposición, hubiesen mostrado su
habilidad y cuya conducta fuese de público y notorio irreprensible”. El
Consulado debía velar sobre “las operaciones de maestros y maestras”,
Manifestaba que las escuelas debían ponerse con distinción
de barrios, promoviéndose en todas las
ciudades, villas y lugares que estuviesen sujetas a su jurisdicción,
comisionando para ello a los diputados, y pidiendo auxilio al virrey, a fin de que comunicase sus órdenes
para que todos los gobernadores y demás jefes cooperasen en esos
establecimientos .
Se ocupó del fomento del comercio y para difundir los nuevos
principios y prácticas en la materia, proponía la creación de una Escuela de
Comercio, que comprendía materias como
aritmética, llevar la cuenta y tener los libros y el cálculo y regla de cambio.
El ciclo jurídico comprendía: reglas de la navegación y
correspondencia mercantil, los seguros,
las leyes y costumbres usadas entre negociantes, los principios
generales de la geografía y las producciones de que abundan o escasean los
países.
Proponía una compañía de seguros tanto para el comercio
marítimo como para el terrestre, la necesidad de cuidar de caminos, muelles, y
la construcción de una Escuela de
Náutica que comenzó en 1799, Los
cursos duraban cuatro años, abarcaban el
estudio de la aritmética, geometría, trigonometría , álgebra, dibujo,
hidrografía, principios de mecánica, geografía y navegación. Cerró al
producirse la primera invasión inglesa en 1806.
Los orígenes de las Facultades de Agronomía y de Ciencias
Económicas se encontraban en los planes de estudios de Belgrano. Asimismo
fomentó la enseñanza técnica, enemiga del verbalismo y la rutina.
En la Memoria de 1796
preconizaba la erección de una Escuela de Dibujo que sería útil para las
diversas ramas de las artes manuales. El teólogo, el ministro y el abogado,
decía, necesitarían el conocimiento del dibujo, pues mientras a unos les
facilitaría el estudio de la geografía y el manejo del mapa y compás, a los
otros les serviría para comprender los “planos iconográficos y agrimensores, de
las casas, terrenos y sembrados que presentan los litigantes en los pleitos”;
los médicos tendrían mayor facilidad para estudiar detenidamente las partes del
cuerpo humano que figuraban en las láminas de los tratados de anatomía y hasta
las propias mujeres para el mejor desempeño de sus labores. La escuela de
geometría, arquitectura, perspectiva y todas las demás especies de dibujo fue inaugurada en 1799 pero tuvo corta
vida, se cerró en 1804 porque el Consulado no disponía de dinero para mantenerla.
En 1813, la Asamblea Constituyente, a raíz de la
victoria de Salta, donó a Belgrano la cantidad de 40.000 pesos, que los destinó a la fundación de cuatro
escuelas; en Tarija, Jujuy, Tucumán y Santiago del Estero, y elaboró un Reglamento,
que debía regir en las mismas.
Disponía que se destinaba a cada una un capital de 10.000
pesos, cuya renta de quinientos pesos costearía el sueldo del maestro de
cuatrocientos pesos, y los útiles y libros de los niños de padres pobres, si
resultaba un sobrante, se destinaba a premios de estímulo. Las escuelas
quedaban bajo la protección y vigilancia de los ayuntamientos; la provisión de
cargo de maestro se hacía por oposición, debiéndosele dar cuenta a Belgrano de
su resultado, para hacer el nombramiento, función que pasaría a su muerte al
Cabildo.
Es importante conocer la consideración que recibía el
maestro.
Se disponía que en las principales ceremonias se le debía
dar “asiento al maestro en cuerpo de Cabildo, reputándosele como Padre de la
Patria”. Se establecía que El maestro
procuraría con su conducta, y en todas sus expresiones y modos, inspirar a sus
alumnos amor al orden, respeto a la Religión, consideración y dulzura en el
trato, sentimiento de honor, amor a la virtud y a las ciencias, horror al
vicio, inclinación al trabajo, despego del interés, desprecio de todo lo que
diga a profusión y lujo en el comer, vestir y demás necesidades de la vida, y
un espíritu nacional que les haga preferir el bien público al privado, y
estimar en más la calidad de Americano que la de Extranjero”.
Reglamentaba el régimen interno de las escuelas, la
distribución del tiempo, y las recompensas a conceder a los mejores alumnos. Se
autorizaba a aplicar azotes en casos graves, no pudiendo pasar de doce y haciéndolo esto siempre separado de la vista de los demás jóvenes. Se recomendaba sobre los niños que no se permitiera que nadie usara lujo,
aunque sus padres pudiesen y quisiesen
costearlo.
El calendario escolar comprendía vacaciones en los meses de
junio, julio y agosto y las clases se daban por la tarde, en invierno desde las
cuatro hasta la oración y en verano (noviembre a marzo inclusive), desde las
seis a la oración. Los exámenes eran trimestrales. No sólo se tenía en cuenta
la aplicación del alumno, sino también la conducta, y eran expulsados a la
tercera falta grave.
Es necesario destacar la labor de Belgrano, quien actuó como
un verdadero impulsor de la enseñanza en nuestro país, a pesar de las
dificultades que dificultaron e incluso impidieron el logro de sus objetivos.
Además de ser el creador de la Bandera Argentina, Belgrano
ha sido, sin lugar a dudas, un precursor de las ideas de progreso y emancipación
para la América del Sur.
Hoy, nuestro homenaje a tan notable personalidad, tan cara a
nuestros sentimientos como argentinxs .
Lic.Elena Liniado.
Lic.Elena Liniado.
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