martes, 13 de septiembre de 2011

SAN LUIS: LA MERCANTILIZACIÓN DEL APRENDIZAJE

En una nota aparecida en el Blog de NEXOS, referido a política educativa, el 2/9/11, se lee el siguiente artículo que hoy transcribimos en nuestro blog, con el objetivo de difundir esta alarmante y sorprendente noticia.

La provincia de San Luis ha lanzado una política educativa repudiable, que aplica un criterio mercantil sobre el aprendizaje. Se trata de las estampillas escolares

El Estado provincial ha decidido pagarles a los alumnos por cada año que aprueban de su escolarización. De 1° a 6° grado se les paga 50 dólares por pasar de año, luego 100 dólares de 1° a 5° año de la secundaria y 400 dólares para el que aprueba el último año. El pago se realiza a través una estampilla que supone afianzar la cultura del ahorro, ya que pueden cobrarse recién al llegar a 5° año de secundaria.

Cada alumno que repite, además de sufrir la humillación de la repitencia, no cobra por el año cursado.

Esta medida no sólo degrada al aprendizaje a una condición mercantil sino que amplía las desigualdades sociales.

Dado que el pago se basa estrictamente en un criterio meritocrático que beneficia a los sectores más acomodados, se premia no sólo a los alumnos que se esfuerzan sino especialmente a aquellos que tienen ventajas de capital económico y cultural en el hogar, que son quienes tienden a tener menores dificultades en la escuela para pasar de año.

A diferencia de las becas o de la asignación universal, este sistema de pago por aprendizajes se asienta en el mérito y no en las necesidades. Una beca garantiza el derecho a la educación de aquellos que por falta de recursos no pueden asistir a la escuela. En cambio, esta medida desestima la situación social, generando un simple incentivo económico para el aprendizaje.

La pedagogía de esta política se apoya en la estimulación basada en el dinero para aprender. Podría uno imaginar su extensión en las aulas. Bajo el mismo principio pedagógico, podría pagársele a cada alumno que hace la tarea, aprueba un examen o lee un libro. Podría incluso colocarse un fajo de dinero (o de estampillas) en el aula y el docente le iría pagando a cada alumno que responde, que está atento, que cumple la consigna.

Probablemente tendríamos aulas más ordenadas, alumnos que leen y cumplen las tareas, pero ¿tendríamos un sistema educativo? ¿Pueden surgir aprendizajes verdaderos, relaciones creativas y apasionadas con el conocimiento de esta manera?

No estamos diciendo que sin los incentivos económicos los alumnos aprendan diariamente apasionadamente, pero para ello hay otros caminos pedagógicos que el dinero. Basta ver a los grandes maestros, seguir su ejemplo.

Existen experiencias similares en Estados Unidos, que no imaginábamos ver en nuestro país.


Lamentablemente, la medida tiene un rasgo tan atractivo como el dinero mismo. Según una encuesta del Diario de Cuyo on line, el 54% de los lectores aprueba la medida.

Fuente: http://nexos.cippec.org/Main.php?do=blogView&url=_22


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