Mayo es un mes marcado por una tradición de lucha que arrancó un Primero de mayo de 1886 en Chicago, EEUU, cuando un grupo de trabajadores organizó una movilización popular en reclamo de la jornada de ocho horas en una época en que lo “natural” era trabajar entre 12 y 16 horas por día. Tras un proceso plagado de irregularidades, fueron detenidos varios dirigentes anarquistas, algunos fueron ahorcados, otros, fueron condenados a prisión perpetua.
Pasaron 125 años de aquellos crímenes de Chicago, mucha agua y sangre bajo el puente.
Los obreros de todo el mundo eligieron el primero de mayo como jornada memorable, en recuerdo de sus compañeros y de la lucha por sus derechos, de ratificación de su condición de ciudadanos libres.
En Argentina, cada primero de mayo nuestros trabajadores tomaron las calles logrando la reducción de la jornada laboral, las leyes sociales y la dignificación del trabajador.
El poder se sintió afectado y tanto en cada golpe de Estado, como en la década del 90, pretendieron y en ocasiones lo lograron, arrasar con las históricas conquistas del movimiento obrero.
Persecuciones salvajes, secuestros, torturas y desapariciones, amenazas de despidos, rebajas salariales, precarización laboral y la complicidad de algunos dirigentes sindicales, fueron en esos años instrumentos para aumentar sus ganancias.
En nuestro país el panorama laboral viene cambiando, sobre todo a partir del 2003.
Fruto de las luchas del pasado y de las que aún se siguen sosteniendo, de la participación cada vez mayor de diferentes actores de la sociedad, sobre todo de los jóvenes, del interés y de la comprensión creciente de la necesidad de la política en la resolución de situaciones que hacen a la vida cotidiana de los argentinos por la defensa de sus derechos.
Falta mucho por hacer aún, es verdad, pero se hace imprescindible hacer uso de nuestra memoria colectiva, recordando de qué realidad política, social y económica venimos los argentinos, los dramáticos y trágicos momentos que hemos pasado a lo largo de tantos años , los crímenes, exilios y desapariciones que hemos sufrido, la acumulación de resentimiento por promesas incumplidas, como generadora de violencia, de años de impunidad, de robo, de deterioro, de pérdida de valores y de creencias morales y de referencia al semejante, recordarlo, puede hacer el tiempo presente más comprensible para que nuestro país avance hacia un futuro en el que mejoren definitivamente nuestras condiciones de vida.
Lic. Elena Liniado
No hay comentarios:
Publicar un comentario